Taller Encantado

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11 de enero de 2010

¡Cómo mola la nieve!

Gustar, resultar agradable o estupendo. Así define la RAE la palabra molar. Para un lapón a lo mejor la nieve no despierta unos sentimientos tan placenteros pero ¿acaso pueden resistir la tentación de lanzarse unas bolas? No lo creo, porque la nieve no solo mola, sino que mola muchísimo. Reivindico el término porque se ajusta a derecho, expresa con propiedad inusitada el estado de ánimo que despierta en aquél que la contempla caer y luego puede divertirse un rato disfrutando de sus propiedades. Más allá de la nieve en sí, está la luz precursora de la nieve y a posteriori la claridad cegadora de la capa de nata montada que queda sobre los tejados y los coches. Nada más hermoso que la risa de un niño mientras intenta travieso pillar por sorpresa a sus padres cogiendo una gran bola en sus pequeñas manitas o la sonrisa satisfecha de quien da por terminado un muñeco de nieve tras ponerle los ojillos y la nariz.

Hay algo divino y humano a la vez en la forma en que los copos caen caprichosos recreándose en su descenso vapososo. Y además, resbala, ¿qué más se puede pedir? ¿Habrá algo más hilarante que ver cómo alguien suelta una interjección mientras se tambalea tratando de no caer?


2 comentarios:

Aurora Rey dijo...

solo siento el frio, si no se puede disfrutar de la nieve, es mejor q no este ahi

Lolita blues dijo...

¿¿¿Cómo puede una chicarrona del norte decir algo así??? A ti te ha faltado una peleilla de bolas de nieve, está claro...

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