Taller Encantado

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21 de diciembre de 2011

Otras navidades descafeinadas

No sé qué ha pasado pero me han robado el espíritu de la Navidad. No sé si ha sido un duende maligno, la edad o la crisis, pero antes podía pasarme horas paseando por las calles iluminadas y deleitándome con el olor de las castañas asadas y algo en mi interior me decía que estaba disfrutando de unos días especiales. Ahora, he perdido la ilusión. Puede que no solo por estas fechas, sino por todo en general. Me cuesta disfrutar del momento, no pensar en el mañana (con más o menos recelo), y, sobre todo, tengo la sensación de tener que "pelear" por lo que siento. Y es que, el hecho de que te guste la Navidad, no está de moda. Decir que te gusta adornar la casa, hornear tu propio roscón de reyes y ofrecer turrones, mantecados y mazapanes de Soto está trasnochadísimo. Como yo. Siempre he estado un poco al margen de las modas. Hay quienes se escudan en el consumismo para despotricar sobre estos días, pero eso es como los que utilizan la misma excusa para no hacerle un regalo a su pareja en San Valentín. Sabemos que es una chorrada, pero para una vez al año que tenemos la ocasión... ¿qué hay de malo en disfrutar un poquito y hacer algo especial? Un regalo no implica que seas un loco de las compras: se pueden regalar experiencias, se puede ofrecer como presente algo que uno haya hecho con sus propias manos... y ni siquiera hace falta que sea algo material.


Por otra parte, está el tema de la contención del gasto. Pero del gasto en cosas que realmente importan. No es que nos ajustemos el cinturón a la hora de preparar la cena o de envolver los regalos con papel de menor gramaje, no. Es que ahorramos en todo, copón, ya no mandamos ni christmas a nuestras familias, ni nos curramos los regalitos, ni nada de nada. Hay una contención increíble del gasto en cariño, en amor hacia los demás, en desinterés y en espíritu de comunidad. Traducido al román paladino: cada loco con su tema. La sensación general es que nadie va a hacer nada por ti así que nadie hace nada por los demás. Y así nos va.

Nos esperan unas brevísimas celebraciones en las que festejaremos con austeridad las relaciones personales con los demás. Descafeinadas, de nuevo. Feliz Navidad.

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