Taller Encantado

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29 de junio de 2009

En la distancia tiendes tu mano

... y haces abarcable el infinito que nos separa. Al otro lado del túnel, muy muy lejos, siento que estás ahí, en el peor como en el mejor de los momentos, siempre atento, siempre dispuesto. Nunca has prometido nada que no puedas cumplir, y sin embargo consigues realizar proezas que parecían imposibles. Mil veces mejor que el genio de la lámpara, un millón de veces más solícito, infinitamente...

Encontré una vez un tesoro y mi inexperiencia no me hizo percatarme de ello, cada día mi hallazgo se revaloriza, es no sólo más valioso sino más preciado ¿qué más se puede pedir?

A pesar de todo, en la distancia tiendes tu mano y haces abarcable el infinito que nos separa. Gracias.

26 de junio de 2009

La tentación vive al lado

Qué difícil es no sucumbir al deseo nosotros que todo lo tenemos a nuestro alcance. Parece misión imposible no tratar de escabullirse de la propia moral, dejar encerrado a Pepito Grillo en el armario y tirar la llave al mar.

Qué difícil cumplir con el deber y la obligación, qué difícil ser solidario y no pasar los lunes al sol, qué difícil ser responsables y coherentes, conscientes y perseverantes... con lo accesible que está la pequeña mentirijilla piadosa, el parche y el escamoteo...

Sucumbir o mantenerse fuerte, ceder a la dulce tentación o resistir sintiendo el lastre de la condena. Dejar libres nuestros demonios y hacer de nuestro capricho nuestra bandera o atar nuestras pasiones, no dejar libre el desenfreno.

En el punto medio está la virtud, diría el amigo Aristóteles.

25 de junio de 2009

Despertar de la inocencia: el desengaño laboral

Clásicos errores de manual de un mal gestor de recursos humanos: mentir para tener satisfecho al trabajador (y pensando que podrá promocionar en la empresa, que tendrá periódicas subidas de salario, que tendrá dietas, facilidades para trabajar cerca de su casa, etc.) y ser absolutamente incompetente en cuanto a inteligencia emocional se refiere. Esto suele llevarles a situaciones bastante ridículas que pueden terminar en el "teta, culo, pedo, pis" cuando se encuentran con quien les hace frente con educación y la ley en la mano.

Es bastante clásico el hecho de que cuando uno inicia su carrera laboral se desviva por cuatro duros, trabaje horas de más sin reclamarlas, sea flexible siempre en beneficio del empresario, aparte de sentirse inferior simplemente por acabar de aterrizar en el mercado del trabajo. Y es que es eso, señores, un mercado. Para que te valoren, tienes que venderte caro.

Un buen día descubres que no existen amigos en este terreno, máxime si están por encima de ti (en cargo, porque en cualquier otra cosa... habría que verlo, otorguémosles el beneficio de la duda).

A la larga te das cuenta de que hay pocos jefes que hayas tenido a los que realmente admires y de los que verdaderamente hayas aprendido algo que no sea justo lo que no se debe hacer. Aunque reconozco que eso es también una lección en toda regla. De todas formas ¿cabía esperar otra cosa de quien no sabe ni dónde tiene las narices? No podemos extrañarnos de que algunos negocios vayan en picado, lo extraño es que alguna vez hayan funcionado. Así que suerte, y bendita crisis que ha venido a frenar el consumo desmedido de cosas que en verdad no necesitábamos y estaban enriqueciendo a los clásicos pijos que se creen alguien por tener una Blackberry y un coche de 30.000 euros.

23 de junio de 2009

Adiós a los ruedines

Este domingo mi sobrino ha aprendido a montar en bici sin ruedines. Ese es un paso en la vida que uno difícilmente puede olvidar. Recuerdo como si fuera ayer que mi padre (a sabiendas de que yo era muy miedica) cuando me quitó los ruedines le colocó a la parte trasera un palo, de modo que yo estaba tranquila porque él me sostenía desde atrás.

También recuerdo vívidamente aquella recta del parque por las que tantas veces he paseado. Íbamos hablando y yo le decía quién sabe qué cuando de repente me percaté de que no me contestaba, me giré y era un punto al otro lado de aquel camino que se me antojaba inmenso. Me había dejado sola. Y me caí. Más que nada, del susto de comprobar que ¡¡¡había podido hacerlo yo sola!!! Si no recuerdo mal, me enfadé un poco con él porque me había prometido que no me soltaría.


El caso de Javi ha sido un poco diferente y un poco igual. Un padre prometiendo y un hijo lanzándose a volar sobre los pedales.

Claro está, no he podido evitar pensar en todas las personas que me han impulsado a quitarme los ruedines una y mil veces: profesores, formadores, mentores, familiares, amigos, personas a las que aprecio y admiro y otras de las que no guardo un buen recuerdo pero que sin embargo despertaron en mí el deseo y la necesidad de volar, de aventurarme y recorrer nuevos senderos. Yo solita.

Espero poder seguir avanzando y, aunque necesito mucha seguridad y confianza para tirarme a la piscina, ir aprendiendo a asumir riesgos y a actuar sin premeditación pero con convicción. Paso a paso.

22 de junio de 2009

A qué huele una mujer...

Si tienes la suerte de vivir dentro del cuerpo de un ser que disfruta del sentido del olfato te recomiendo que trates de reconocer a qué huele una mujer por la mañana. La base de la nuca siempre destila el aroma del perfume que ella considera que es su tarjeta de visita. Este es quizás el más evidente y, por tanto, probablemente el menos interesante.

En los brazos se adivina el hábito de las cremas y las leches hidrantantes que no pueden faltar con la llegada del calor. El brillo de la piel delata que están ahí, aunque su olor fácilmente se disipa, por fortuna, dejando solo una breve huella perceptible solo a una distancia muy corta.

Los cabellos se cuidan con esmero cada mañana, de modo que siempre, incluso en la mujer más austera, puede percibirse el aroma del champú (normalmente frutal o herbal) sobre el eventualmente que pueden apreciarse notas de otros productos más fuertes como acondicionadores, lacas, gomina, etc.

Puede que sus manos revoloteen cerca de tu cara, y entonces alcances a distinguir su laca de uñas, que, aunque tenue, es un olor perseverante con tendencia a perdurar durante días. En el caso de aquellas mujeres muy inseguras, a veces hay una tendencia a perfumarse excesivamente, incluso en las manos...

Y ¿qué decir de los cosméticos? el carmín de los labios, la base de maquillaje, el colorete... generan una mezcolanza particular. ¡Qué mujer no recuerda la primera vez que se pintó para salir a la calle! Yo pensaba para mí que ojalá nadie se diera cuenta de que lo había hecho, pero a la vez deseaba fervientemente que alguien me dijera que se me veía más guapa que de normal. También me admiró el hecho de percibir todos esos nuevos aromas sobre mi piel, y las texturas tan diferentes que sentía (de hecho no podía evitar llevarme las manos a la cara, me picaban los ojos y sentía cosquillas en los labios).

Y es que no hay nada que deteste más una mujer que su propio olor corporal, por eso erige un edificio de mil aromas que la envuelven, la protegen y hacen que se sienta más segura y cómoda a lo largo del día. Cada vez que veas a una mujer por la mañana, de camino al trabajo, al cole o al super, piensa que es un monumento andante de los aromas y que el acto mismo de emitir ese dulce efluvio la convierte en una diosa, como aquellas vestales cuyas esencias e inciensos las hacían dignas de veneración.



19 de junio de 2009

El peso del destino

Zas! Si uno se pasa más de media hora redactando un e-mail, eligiendo las palabras y el tono, destacando lo que realmente quiere expresar y abriéndose el corazón para que el destinatario comprenda y se haga cargo ¿por qué tiene que bloquearse el ordenador súbitamente? En fin, nunca he sido muy inteligente, pero creo que comprendo las señales del destino. Eran palabras que nunca debían haberse escrito, que se perderán en el anonimato de los unos y ceros del lenguaje digital.

Son sentimientos que fueron volcados con mucho trabajo en palabras, esas palabras representaban una primera verdad con la mayor fidelidad de la que fui capaz de transmitir, y ese constructo se han desvanecido para siempre. El camino recorrido desde mi alma hasta esa persona se ha roto. La metamorfosis de la codificación ha destrozado la comunicación.

Me liberé de la carga, de la angustia, de la pena, puesto que al menos fui capaz de expresar lo que me andaba hiriendo dentro, al menos en parte, al sacarlo fuera de mí y poder mirarlo con los ojos. Y si se ha perdido, por algo será.

Agnóstica y determinista ¿alguien puede comprender esto? No creo en un ser superior, pero sé que las cosas suceden por alguna razón. Quizás esas palabras sencillamente ya no me pertenecen.

A veces me siento como el personaje de una peli de Isabel Coixet en la que los mensajes nunca llegan a su destino, en el que las palabras se extravían, los sentimientos se enquistan y las vidas desfallecen sin alcanzar la comprensión del otro. Leñe.

18 de junio de 2009

A pesar de ello...

Fundamentar la vida en la materialidad es además de triste totalmente vacuo. Sin embargo, hacerlo siempre en la inmaterialidad no es menos aconsejable... y a pesar de ello...

Para todos aquellos que vivís a varios palmos del suelo, para los que podéis pasar horas viendo las nubes pasar, para quienes una sonrisa cómplice es la mejor inyección de adrenalina, para quienes la belleza y la esencia son ambas imprescindibles y complementarias... sabed que no estáis solos, sabed que cuando soñáis despiertos, miles de almas que vuelan lejos de sus cuerpos os acompañan y entre ellas está la mía. Sabed que nunca podré conformarme con lo que ven mis ojos y tocan mis manos, sabed que mientras esté aquí, físicamente ante vosotros, mi mente será libre, mi mirada quedará prendida del vuelo de la paloma, volará lejos, y aún más allá, atravesando los cielos, las galaxias, los universos, seré mota de polvo, seré fuego y llanto, luz y averno, camino y hogar, estruendo y abadía.

Romperé el corsé de mi estrecha existencia siempre que pueda, crearé y amaré a veces de voz en grito otras en el recogimiento de mi silencio pero jamás seré prisionera. Sabed todos que vivo para soñar, que si por un momento se nubla mi mirada con pensamientos sombríos es porque temo que no haya más que esto.

No, no puede ser, si hay poetas, si existen sus versos es porque la fantasía edifica realidades habitables, podré vivir en mi locura si puedo seguir soñando. No me arrebatéis eso puesto que entonces nada quedaría por lo que mereciera la pena luchar.

17 de junio de 2009

El vértigo de la primera vez

Sudores fríos, el estómago revuelto, la mente en blanco, el momento que no llega... así nos sentimos todos la primera vez que hacemos algo que nos era desconocido anteriormente. Experimentar cambios, avanzar, dar pasos en nuestra carrera profesional, afrontar nuevos retos y lanzarse a tomar las riendas es difícil, por momentos nos parece imposible. Nos imaginamos en la nueva situación, nuestra mente recorre una y otra vez el mismo sendero con resultados desiguales: hacer el ridículo más bochornoso, perdernos antes de llegar a nuestro destino, recibir el aplauso y felicitación de nuestro supervisores, desfallecer ante la presión... nuestro cuerpo se prepara hasta para lo más imprevisible. Es su defensa natural. Al fin y al cabo esa tortura nos proveerá de multitud de herramientas para no encontrarnos al descubierto, ni siquiera en el ultra-hiper-mega-super-peorcísimo de los casos (qué le vamos a hacer, somos así de optimistas).

La primera vez que pisé un plató para ser entrevistada (y no para estar al otro lado de la cámara tal y como sería de prever) recuerdo que pensaba que me caería de la silla, que tiraría parte del decorado y ¿¡por qué no!? que golpearía la cámara provocando un efecto dominó que llegaría hasta el cortocirtuito y el apagón de toda la cadena. No está mal ¿verdad?

El caso es que mejor o peor (previsiblemente de una forma regular, ni pa ti, ni pa mí), siempre terminamos saliendo de todas las situaciones y lentamente vamos llenando nuestra bolsa de viaje de experiencias, de vivencias, de momentos en los que poco a poco empezamos a sentirnos si no cómodos, al menos no como un tsunami que vaya a llevárselo todo por delante.

El camino es largo. Los que van llegando al final dicen que volverían a recorrerlo de nuevo, revivir los nervios, la ilusión, las ganas de hacer las cosas bien, también las anécdotas, los imprevistos...

Y para cerrar esta entrada, quisiera contaros algo que no os conté de aquél día... y es que, además de llegar con los segundos imprescindibles al programa... el taxista iba escuchando en la radio una entrevista a una actriz porno sobre el sexo a través de Internet... si es que... es para contárselo a los nietos (cuando sean mayores de edad) ¿o no?

12 de junio de 2009

Descalza en la oficina

Es lo que tiene trabajar doce horas diarias: descalza de día, de pie toda la tarde. Y no creas que es fácil o divertido, porque cuando tienes que salir corriendo, o viene a comentarte algo tu jefa, tienes que tantear con los dedillos desnudos el suelo hasta dar con los zapatos (esgrimiendo, eso sí, una sonrisa estupenda, como si nada de esto pasara bajo tu escritorio).

Hoy que no están la mitad de mis compañeros me atrevo incluso a ir hasta la impresora descalza. Pero claro, cualquier ruido en el pasillo me vuelve paranoica y ya me ha costado un par de carreras (de puntillas) hasta la mesa. Empiezo a pensar que tengo doble personalidad: la compostura y la cordura afloran de cintura hacia arriba, mientras que debajo, en la oscuridad, se abre paso la anarquía y el desafío a las reglas.


A veces, al final del día me duelen tanto los pies que al caminar, casi de puntillas, siento que están medio dormidos. Por eso es que tengo que darles un poco de descanso por las mañanas, dejarlos libres y a su aire. Necesitan recuperarse. Es más, temo que si no les doy esos ratos de asueto se rebelen contra mí; podrían amotinarse y negarse a sostenerme, quedarse cruzados ahí abajo, soñando con playas cálidas y colchones mullidos y dejar de obedecerme y ay de mí, qué haría entonces. Por eso les echo cremitas, les doy recreos y de vez en cuando incluso algún masajito... sacre deu, les jours sont infinites!!!

Trabajar en Serrano

Si le dices a alguien que trabajas en Serrano, lo más probable es que no se percate de lo que ESO significa. Pero puede llegar a ser una tortura, os lo aseguro. En primer lugar no haces más que relacionarte con superpijos. Y digo super en toda la extensión de la palabra: son brutales. A veces incluso encargan al chófer que venga a por la obra. En otras ocasiones entran con perritos que han ido más a la peluquería en su vida que yo, o se gastan una pasta en algo que no necesitan y es una horterada. La palma se la lleva una chavala a la que vimos el otro día, que salió a tirar la basura con un vestido de seda y tacones de aguja. Y una se pregunta ¿qué le pasa a estas personas por la cabeza? De hecho ¿les pasa alguna cosa? ¿Solo viven para mirarse en un espejo? ¿En qué mundo viven? ¿Ven los telediarios?

Esto es un Expediente X en toda regla. Veremos si termino la formación y puedo volver a la civilización.

Manos sabias

Sabias son aquellas, que, diestras, conocen los entresijos de las maderas. Se deslizan delicadas recorriendo y puliendo las superficies, tratando con mimo las obras y los objetos. Buscan hacendosas, seleccionan con cuidado, tratan con respeto y tacto tanto la mayor obra de arte que pueda imaginarse como la peor copia de baratillo que pueda adquirirse por cincuenta céntimos. No importa.

Para la mano creadora, enmarcar es una forma de dignificar aquello que va a recogerse dentro del marco. Quizás su mayor valor no sea la belleza, ni su calidad artística, ni siquiera su valor monetario, eso queda para su dueño. Aquellos que se dedican sencillamente a cumplir los deseos del cliente buscan la forma de hacer de ese objeto "algo mejor". Para ello, esas manos sabias por las que tantas cosas han pasado ya, recorren muestrarios de passe-partouts, de molduras, de cristales... prueban acabados, intentan darle voz y entidad al objeto haciéndole gritar bajo una enmarcación sencilla o callar rodeado de ostentación y dorados.

Pero lo que te atrapa totalmente es el trabajo de montaje cuando se hace bien, con cariño y sin prisa. Es lo que realmente hace que el cliente diga al final: "ha quedado precioso, muchas gracias". Y es que algo de creación tiene todo este proceso.

3 de junio de 2009

Mil y una formas de amar...

... y tantas otras por descubrir. Cuando somos niños comenzamos amando a nuestros padres, son ellos nuestros guías y nuestro principal apoyo, si lloramos, aparecerán para apaciguar nuestra sed, nuestro apetito y nuestra necesidad de abrigo. Al crecer un poquito, se genera la autoestima, comenzamos a amarnos a nosotros mismos con esa terca obstinación que nos lleva a pensar que siempre tenemos razón y que nuestra voluntad está por encima de todas las cosas. También amamos nuestras aficiones, nuestros juguetes, nuestros columpios, nuestro tiempo libre, nuestras fantasías y nuestros sueños. Una rama del suelo puede ser un objeto de coleccionista porque para nosotros siempre será una varita mágica o una espada poderosa.

La juventud nos hace empezar a mirar con otros ojos a nuestros semejantes, la naturaleza se abre paso y nuestros cuerpos de niños empiezan a madurar, es la etapa del descubrimiento. También la de la autoafirmación, ya no nos basta que nos den las soluciones a nuestros problemas, necesitarnos sentirnos autosuficientes, aunque aún estamos en tránsito... con la madurez llega el amor al trabajo, a la calma, a la parsimonia, se afina el paladar en la búsqueda de la belleza, puesto que el recorrido de la mirada por las superficies se alarga sin miedo, el bagaje cultural se extiende como un fino velo recubriéndola de una suave pátina de brillo intelectual... et voilà! En esa tesitura se expanden nuestros días hasta una muy tardía senectud de la que cada vez más personas disfrutan. Nuevas formas de amar aparecen entonces, se recobra la necesidad del cariño, del tacto, volvemos a ser niños; aunque nuestro cuerpo marchito se apague, los ojos vivarachos y ese paulatino retorno al no saber y al necesitar el apoyo de una mano cómplice y maternal nos devuelven a estado primigenio del que uno nunca sabe si llega a salir del todo en algún momento de su vida.

Mil y una formas de amar, y tantas otras por descubrir...

Sitios que he visitado