Taller Encantado

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24 de mayo de 2010

El oficio sin beneficio

Pero ¿escribir qué es? ¿Se puede vivir de escribir? ¿Hay vida detrás de la escritura? ¿Acaso hay vida sin ella?

La escritura es una amante despechada y esquiva. Lo mejor, como en el caso de los apasionados romances, es la espera, los instantes previos al beso. Luego ya todo son abrazos y caricias y búsqueda de plenitudes. Es el preludio, la antesala, los nervios, la zozobra, lo que hace que cobre valor el acto en sí de tomar las riendas para desvanecerse en palabras.

Quien escribe no vive, quien vive sin escribir jamás vivió sino trivialidades. Si nada te ha tocado el corazón lo suficiente como para querer plasmarlo en un papel, es que algo te ha faltado.

El autor se diluye con la tinta y se deja parte de sí mismo en cada papel. Como un cántaro que se vierte generoso y entre tanto se nutre y ha de llenarse de nuevo para poder recomenzar el proceso.

Al final de la calle

Caminaba angustiado, con un cielo plomizo sobre la cabeza que parecia oprirmirlo contra el suelo. Quería apretar el paso, pero los pies le pesaban como inmensas losas y se sentía torpe y ofuscado, ¿por qué siempre tenía que retrasarse el maldito tren? Cada mañana lo mismo, pero hoy aún peor. Se le habían pegado las sábanas, se le había quemado la comida y no le había dado tiempo a ducharse, de modo que estaba cansado, sucio y desesperado.

Parecía que nunca terminaría de recorrer aquella estúpida callejuela. Luego tan solo un cruce le separaría de la oficina. Sin embargo, estaba tan cansado, que cuando al fin, paso tras paso, llegó al final de aquel tedio, decidió salirse del cuadro, rasgó la zona izquierda del mural que cubría la pared y se salió de aquel día de perros, que tan absurdamente había comenzado.

Corrió por los márgenes prohibidos, quebrantando las leyes de los relatos para cambiar su suerte y regresó a su habitación. Le llevó mucho menos tiempo de lo que le habría costado retornar por la vía ordinaria en transporte público, apretujado en el metro y el cercanías en hora punta y caminando después un buen trecho. Pero qué demonios, se merecía empezar el día en condiciones y se tomó aquella licencia contraviniendo los deseos de su autor. Quizás se había quedado dormido sobre el relato. Si era una novela negra, desde luego, se había ido al garete.

Emerson volvió a casa, como decimos. Y cambió su nombre. Le parecía espantoso. Thomas le pareció mucho mejor. Se preparó unas buenas tostadas y decidió empezar a buscar un buen trabajo inmediatamente. Estaba cansado de aburrirse en aquella mugrienta y húmeda oficina. Con la tripa llena se dió una ducha y se afeitó con mimo. Hoy va a ser un gran día (pensó para sí).

Cuando William Petrus O'Connoly volvió a tomar la pluma su desconcierto fue tal que sufrió un ataque al corazón. Nadie supo nunca el por qué de su colapso. Salvo yo.

Nadie la culparía

Si ellos supieran... Ariadna teje su tela con suma cautela. Callando, soñando lo que pudo ser y no será ya nunca. Interfiriendo lo menos posible en las vidas de los demás, ya sabiendo que la suya se marchó para siempre. Allí, bajo aquel puente, espera paciente. Cada día y cada noche, con su traje de novia, espera.

La primera vez que pasé por allí, ya me percaté del frío que hacía. A pesar del intenso bochorno del verano, aquel pasadizo sobre el que se eleva un puente, siempre está congelado. Sin embargo, los yonkis de las afueras no paran allí. Ellos sencillamente pasan de largo y prefieren el desesperante calor a quedarse solos. Notan su presencia.

En cualquier caso, nadie la culparía si supieran que Ariadna espera porque prometió esperar. Y ella siempre cumple su palabra. Algún día, llegará lo que espera y entonces, podrá marchar. Entre tanto, a veces sin querer, le hiela la sangre a algún incauto al que le gusta jugar con fuego.

5 de mayo de 2010

Reviewers Episodio Cero

Deberías verlo y darnos tu opinión, puedes hacerlo en el foro de Hobby News. De antemano gracias por tu interés ;)

El siguiente paso

Cuando te pones el anillo en el dedo anular de la mano derecha delante de un juez, tenlo claro, la siguiente pregunta será ¿y para cuándo los niños? Esta pregunta no es fácil de contestar, y normalmente te deja sumida en muchas reflexiones, algunas de lo más absurdas y surrealistas como puede ser... si según el calendario maya la vida se extingue en el 2010, ¿para qué voy a tener hijos?

En fin, chorradas aparte, la verdad es que plantearse ser madre es algo complejo y delicado por muchos y variados motivos: deseas darle lo mejor al pequeñuelo, no sabes si estás a la altura de la responsabilidad que conlleva traer un hijo al mundo... Si uno apenas sabe vivir su propia vida, ¿cómo va a ser capaz de hacer frente a las dudas de un niño?

De vez en cuando y contrariamente a la razón, la actualidad te da una buena noticia. Resulta que para estar como estamos, nacer en España no es una mala noticia, está en el ranking de los 15 países en los que es mejor aterrizar en este valle de lágrimas. Vamos, que como siempre suelo decir, somos privilegiados, y los temores a los que se puede enfrentar aquí una criaturita nada tienen que ver con los de algunos infiernos ab terram como los de países en guerra, al borde del caos o enterrados en la más honda de las pobrezas, arrasados por desastres sociales o naturales que están del todo fuera de su capacidad de recuperación.

Tenemos los requisitos principales: los papás, un lugar que al menos no es hostil para crecer y unos recursos básicos para salir adelante. Solo falta el arrojo y que la biología acompañe.

Sitios que he visitado