Taller Encantado

English cv French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

22 de julio de 2009

Observar lo que pudo ser y nunca fue

Le gustaba deslizar la mirada por los objetos dormidos. Los acariciaba deleitándose en los contornos, en las huellas marcadas en el polvo acumulado por los años. A veces se detenía y se preguntaba qué manos expertas habrían sostenido aquellas herramientas con la maestría distraída que descansa en el quehacer diario. Cómo serían aquellos hombres y mujeres de antaño que sabían arrancarle sus secretos a cada uno de aquellos objetos. Nunca se atrevió siquiera a tocarlos, temía que en su torpeza pudiera echarlos a perder. Los trataba más bien como piezas de museo, recubiertos por una urna de cristal imaginaria y sólo los contemplaba desde una prudente distancia. Los resortes, asideros y botones le hacían pergeñar toda clase de cachibaches imposibles que pudieran haberse hecho con todas aquellas "cosas", pero no eran más que elucubraciones.

Corría el año 2064 y aquel niño que había salvado la vida a duras penas, había perdido por completo toda huella con sus orígenes. Sin embargo, cada día acudía, aunque fuera tan solo durante unos minutos, al taller de carpintero del subsótano de la Plaza de la Esperanza. De hecho, era lo único que había sobrevivido a los días infernales que habían sobrevenido tras la guerra. Sentía una poderosa atracción hacia aquel lugar, lástima que su familia no pudiera decirle nunca que allí era donde sus antepasados habían comenzado a ganarse la vida. Edgar habría disfrutado con el olor de la madera fresca y pasando sus manos sobre las diferentes piezas. Se habría deleitado viendo los últimos rayos de sol filtrarse por el tragaluz junto con el trino de los pájaros. Toda esa realidad paralela, aquel mundo imposible, yacía silente en una memoria que le había sido arrebatada por la muerte y la destrucción. Pero él sabía que allí, de alguna manera, se encontraba la clave de su existencia y, persistente, permaneció fiel a su cita diaria hasta el día en que la parca fue a cortar su último aliento.

Bookmark and Share

No hay comentarios:

Sitios que he visitado