Un utensilio para cada acción, un lugar perfecto para guardar cada utensilio, un cachibache para mantener dicho orden... las tijeras de podar las madreselvas no son iguales que las de desbrozar el rosal ¡¡¡faltaría más!!! y cada una de ellas tiene un pequeño gancho en el que quedan engarzadas esperando las manos diestras que saben hacerlas silvar entre las flores y los tallos. Duermen silentes en un gran mural, en una estancia reservada para las herramientas de jardinería y allí aguardan pacientes junto a los guantes, las palas, las semillas y un pequeño gran secreto.
Pequeño, porque forma parte del día a día de Estrella. Desde que se levanta hasta que se acuesta, es uno de los pensamientos que están fijos en su mente, se diría enquistado, siendo así parte de la normalidad y la cotidianeidad de su existencia. Grande porque si os lo contara, os daríais rápidamente cuenta de la relevancia de que allí, bajo sus gladiolos y sus hermosas hortensias repose no solo el cadáver de la mascota de su hijo, sino también algo más. En cualquier caso, podéis estar seguros, es exactamente el lugar que le correspondía. Ella nunca falla, en su pequeño mundo y, sobre todo, en su jardín, todo encaja. Siempre.
