Taller Encantado

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12 de junio de 2009

Descalza en la oficina

Es lo que tiene trabajar doce horas diarias: descalza de día, de pie toda la tarde. Y no creas que es fácil o divertido, porque cuando tienes que salir corriendo, o viene a comentarte algo tu jefa, tienes que tantear con los dedillos desnudos el suelo hasta dar con los zapatos (esgrimiendo, eso sí, una sonrisa estupenda, como si nada de esto pasara bajo tu escritorio).

Hoy que no están la mitad de mis compañeros me atrevo incluso a ir hasta la impresora descalza. Pero claro, cualquier ruido en el pasillo me vuelve paranoica y ya me ha costado un par de carreras (de puntillas) hasta la mesa. Empiezo a pensar que tengo doble personalidad: la compostura y la cordura afloran de cintura hacia arriba, mientras que debajo, en la oscuridad, se abre paso la anarquía y el desafío a las reglas.


A veces, al final del día me duelen tanto los pies que al caminar, casi de puntillas, siento que están medio dormidos. Por eso es que tengo que darles un poco de descanso por las mañanas, dejarlos libres y a su aire. Necesitan recuperarse. Es más, temo que si no les doy esos ratos de asueto se rebelen contra mí; podrían amotinarse y negarse a sostenerme, quedarse cruzados ahí abajo, soñando con playas cálidas y colchones mullidos y dejar de obedecerme y ay de mí, qué haría entonces. Por eso les echo cremitas, les doy recreos y de vez en cuando incluso algún masajito... sacre deu, les jours sont infinites!!!

2 comentarios:

Aurora Rey dijo...

jajaja, mientras no te huelan los pies será difícil que te descubran y si te descubren pues que se le va a hacer!!!!! sonrójate!!!!
en verano andar por el suelo de casa, por la arena, por la hierba con los pies descalzos es terapéutico, jijiji, ya otra cosa es hacerlos por el asfalto o la acera con los pies doloridos, los zapatos en una mano y ojeras en la cara despues de una noche hasta el amanecer de baile....
besos, espero que nos veamos pronto

Lolita blues dijo...

De veras creo que hay algo místico en los pies... y no es por fetichismo, ni mucho menos, pero son nuestro sustento.

Los zapatos también me parecen un objeto peculiar, nuestra base, esa forma de quedarse bajo la cama, desacompasados, exánimes sin su relleno... algún día escribiré una entrada sobre las zapaterías, que siempre me han parecido lo más triste del mundo. Resultan casi como cementerios de zapatos. La ropa la colocan en perchas o en maniquíes, al menos la engañan un poco, pero a los pobres zapatos ahí los dejan, huecos, solos, la mayor parte de las veces incluso desparejados... me dan una penita...

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