Taller Encantado

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15 de octubre de 2009

La soledad y las flores

Dicen que Mercedes está loca. Pasea sola, fumando un cigarrillo, ligeramente encorvada, como si sobre su espalda se avatiera un gran peso que le lastra el caminar. A veces habla sola, pero no estoy segura de que lo haga más de lo que lo hacemos los demás cuando rememoramos algo que tenemos grabado a fuego en la memoria. Lo que más llama la atención de ella es su forma de vestir. Siempre con colores estridentes, vestidos llenos de flores, muchas horquillas no menos llamativas en el pelo, collares y pulseras y grandes broches.

A Mercedes le gusta el color y la alegría que le proporcionan todas estas cosas. De lejos dirías que es una hippie e incluso podrías confundirla con una yonqui por esa manera tan extraña de caminar. Sin embargo, cuando te asomas al balcón de sus ojos tristes y cansados y comprendes por fin que
está sola y necesita entablar una conversación, te das cuenta que es solo una mujer que ha tenido mala suerte.

Cuando ella escoje la ocasión, charla despreocupada durante un buen rato, sin embargo si eres tú quien toma las riendas para comenzar un diálogo, ella se estremece visiblemente nerviosa, casi sin poder dominar los nervios y abandona a la primera ocasión.

Admira las cosas que le gustan, las aprecia de veras, las mira una y otra vez, las coge con ternura y cuidado y finalmente las compra, porque le parecen alegres y simpáticas. Sin embargo, en un descuido, la manga de su vestido se traba en un alambre, y en un instante descubres una gran cicatriz, un accidente de coche, quizás, o una brutal caída. Puede que algo menos racional y más escalofriante, pero no quiero pensar en esa posibilidad, porque nadie merece que le inflijan tal dolor sino de forma fortuita por un caprichoso avatar del destino. Algo ocurrió en su vida que hizo que cambiara para siempre, que se refugiara en las flores y la soledad fuera su más firme compañera. Se me antoja una flor rara que busca refugiarse entre otras.



1 comentario:

Anónimo dijo...

yo la conozco y su sonrisa de la última vez que la vi me hace seguir luchando por aquellas cosas que merecen la pena, me ha gustado el homenaje que le has hecho y espero que esté donde esté se encuentre bien
un abrazo

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