Taller Encantado

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27 de abril de 2009

Dejar rodar las lágrimas

Y es que a veces nos resistimos a reconocer nuestros propios miedos, a decir lo que sentimos, a admitir un error o a reconocer un tropiezo. Pero ¿por qué? Es mejor pedir perdón, o hablar con quien uno debe hablar, o tratar de mejorar y, por qué no, dejar rodar las lágrimas. Es natural, es catártico y es una purga del alma. Si dejáramos que todas nuestras pequeñas miserias se fueran enquistando dentro de nosotros mismos, acabarían matándonos de dolor.

Así que a vivir que son dos días. Y la tristeza, la frustración, la pesadumbre y los miedos forman parte de la vida. Luego encontraremos un amigo, un compañero, una persona con la que habremos fortalecido un lazo de empatía, una ayuda, quizás un apoyo, puede que una salida a un temor irracional y, frecuentemente la comprensión y la certeza de que no estamos solos y de que todos en ocasiones tenemos sentimientos muy parecidos.

Todo es avanzar para mejorar, para ser un pelín más adulto y la madurez lentamente nos irá alcanzando... La rabia, la pena, la congoja, el vértigo y la pérdida son parte del día a día y tenemos que estar preparados y saber que no estamos solos. El tiempo con su mano reparadora extenderá un manto protector y expandirá una suave niebla en la que la memoria dormirá tranquila.

1 comentario:

Aurora Rey dijo...

Es frecuente pasar por situaciones que despues te hacen ver la vida de otra forma y aprender a valorar el que tenemos y quien nos quiere de verdad y nos apoya en cualquier momento. es en situaciones del tipo que aqui resumes cuando más valoro el Carpe diem.

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