
"[...] Cuando la anatomía clara y divina de Narciso se inclina sobre el espejo oscuro del lago, cuando su blanco torso doblado hacia delante se paraliza, helado, en la curva argentada e hipnótica de su deseo, cuando pasa el tiempo sobre el reloj de flores de la arena de su propia carne. Narciso se aniquila en el vértigo cósmico en lo más hondo del cual canta la sirena fría y dionisíaca de su propia imagen. El cuerpo de Narciso se vacía y se pierde en el abismo de su reflejo, como el reloj de arena al que no se dará la vuelta.
Narciso, pierdes tu cuerpo, arrebatado y confundido por el reflejo milenario de tu desaparición, tu cuerpo herido mortalmente desciende hacia el precipicio de topacios de los restos amarillos del amor, tu blanco cuerpo, engullido, sigue la pendiente del torrente ferozmente mineral de negras pedrerías de perfumes acres, tu cuerpo... hasta las desembocaduras mates de la noche al borde de las cuales ya destella toda la platería roja de las albas de venas rotas en «los desembarcaderos de la sangre». Narciso, ¿comprendes? La simetría, divina hipnosis de la geometría del espíritu, colma ya tu cabeza con ese sueño incurable, vegetal, atávico y lento que reseca el cerebro en la sustancia apergaminada del núcleo de tu próxima metamorfosis. La simiente de tu cabeza acaba de caer al agua. El hombre regresa al vegetal y los dioses por el pesado sueño de la fatiga por la transparente hipnosis de sus pasiones. Narciso, tan inmóvil estás que parecería que duermes. Si se tratara de Hércules rugoso y moreno, se diría: duerme como un tronco en la postura de un roble hercúleo. Mas tú, Narciso, formado por tímidas eclosiones perfumadas de adolescencia transparente, duermes como una flor de agua. Ahora se aproxima el gran misterio, ahora tendrá lugar la gran metamorfosis. Narciso, en su inmovilidad, absorto en su reflejo con la lentitud digestiva de las plantas carnívoras, se vuelve invisible. No queda más de él que el óvalo alucinante de blancura de su cabeza, su cabeza de nuevo más tierna, su cabeza, crisálida de segundas intenciones biológicas, su cabeza sostenida con la punta de los dedos del agua, con la punta de los dedos, de la mano insensata, de la mano terrible, de la mano coprofágica, de la mano mortal de su propio reflejo. Cuando esa cabeza se raje, cuando esa cabeza estalle, será la flor, el nuevo Narciso, Gala, mi narciso".
Fragmento del primer poema conocido de Dalí
Traducción al castellano de Edison Simons
Traducción al castellano de Edison Simons
© Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres, 2008
Si os ha gustado el cuadro de Waterhouse... No os perdáis la exposición del Prado de los cuadros prerrafaelistas, habrá algunos cuadros impresionantes, muy difíciles de ver en otras circunstancias... ¡saludos! Os doy un adelanto:

"Sol ardiente de junio" de Frederic, Lord Leighton
Óleo sobre lienzo, 119 x 119 cm
San Juan de Puerto Rico, Museo de Arte de Ponce