Taller Encantado

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20 de abril de 2010

Destellos de felicidad

A la postre y sin conocer muy bien la razón, tengo la suerte de padecer gustosa destellos de felicidad intermitentes. Como cohetes que estallan en el cielo cubriéndolo de mil colores, pero tan solo un instante. Luego el ensanchamiento del miocardio se termina y me siento más pequeña. No más joven, sino más chiquita, como si una mano enorme me hubiera estirado todo el cuerpo desde la cabeza y luego lo dejara caer de nuevo.

Del intrincado mejunje hormonal que recorre nuestro cuerpo, quién sabe qué compuesto o reacción tiene la culpa de que se me queden prendados los ojos de la sonrisa de un viajero del metro, o del bostezo de un perro. Solo sé que en un momento dado, todo lo que me rodea me parece hermoso, una pequeña obra de arte que fluye a mi alrededor, una partitura en la que yo soy una corchea o quizás un silencio que se sale del pentagrama para contemplar la sinfonía y saberse en conexión con todo.

Otras veces rabio por no tener a la mano algo con lo que poder escribir, algo con lo que dar salida a las imágenes y las palabras que se acumulan incesantes en mi cabeza. Lucho por retenerlas, pero esa no es su naturaleza y escapan evasivas al fin, para no volver, ¿dónde se esconden la historias que no llegamos a contar? ¿En qué lugar se refugian las palabras nunca dichas, los mensajes que no llegan a destino, las ideas que rehúyen a su creador? Quién sabe, la memoria es débil, cristal fino que se quiebra al contacto con la realidad. Dicen que siempre soñamos, pero que al activar nuestra mente y pensar en el día de hoy, olvidamos todos los mundos en los que hemos pasado la noche, inevitablemente. Y que solo si encontramos una llave que nos abra la puerta de acceso a esos mundos a lo largo del día podemos volver a acceder a ellos.

Será cuestión de vivir menos aquí y más allí, dejándose llevar por los arrebatos de felicidad que nos envuelven, arrastrando nuestros pensamientos tras los cantos de los pájaros, o arrullándolos entre los pétalos frescos de las flores que comienzan a abrir.

2 comentarios:

-pequeña saltamontes- dijo...

Be Happy my friend¡¡¡
y que cada cosa de este mundo, (los bostezos de los perros me parecen graciosisimos)sea una llave para llegar a tu mundo onírico.
saludetes¡¡¡

Aire Fresquito dijo...

Tus ensimismamientos me recuerdan a uno que recuerdo muy divertido del verano pasado, cuando me quedé una tarde viendo cómo se movían las hormigas en el suelo mientras esperaba al autobús. ¡Y me tenían magnetizada! ¡Cómo corrían y se movían tan inteligentemente, cargadas con cáscaras de pipa sobre sus patas!

¡Son pequeñas visiones poéticas de la vida!

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