Taller Encantado

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2 de septiembre de 2009

El noble arte de la escritura

Venía en el metro con la nariz pegada al libro de "El conde de Montecristo" y he leído una frase que me parece magistral: "Siempre he tenido más miedo de una pluma, de un tintero y de un papel que de una espada o una pistola". Esa es la pura verdad, como que el filo de un papel es más hiriente que la más afiliada de las cuchillas. Y me pregunto ¿por qué escribimos? ¿Cuál es nuestra finalidad última cuando decidimos dar forma a nuestros pensamientos, moldearlos y ornarlos, estructurarlos y revestirlos de una suave pátina de credibilidad a los ojos de quienes leerán nuestras palabras?

Puede ser una simple cuestión de venganza, como en el caso de los envidiosos de la dicha de Edmond Dantés, puede ser el afán de notoriedad, puede ser la necesidad de expresar nuestra voluntad o parecer o puede ser sencillamente un cosquilleo que se advierte imparable en nuestro interior y que nos lleva a vertir las palabras de la forma que consideramos más oportuna porque nos oprimen dentro, necesitan salir y ver la luz del mundo, para hacerlo más brillante o dejarlo sumido en las tinieblas.

En ocasiones nadie nos lee, en otras causamos conmoción, las más de las veces pasamos inadvertidos salvo para unos cuantos, pero no por ello tienen menos valor nuestras palabras. Si aún pensáis que la escritura es un medio de vida, os equivocáis. Ni aquél que se ha hecho más rico con la escritura es en verdad un escritor. Ser escritor es otra cosa, es algo que nace desde dentro, es más que una obligación apremiante, es la necesidad de comunicar con otros mundos para comprender éste en que habitamos, y eso, es sencillamente inevitable.

Escribir es quizás el acto más importante que podemos llegar a realizar en nuestra vida, tenemos el mismo potencial para conseguir crear como para lograr destruir, pero estoy convencida de que toda aquella acción cuyo poso queda encadenado a la tinta tiene consecuencias para aquél que convoca al poder secreto de las palabras. Escribid para el bien o retened vuestras palabras, de lo contrario, se volverán en contra de vuestro destino.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

jo Raqui, me ha encantao esta entrada, qué bien escribes, según iba leyendo se me ocurrían miles de cosas que hablar contigo, como cuando estuvimos en el monasterio de piedra ¿te acuerdas?, para mi escribir es más que una ayuda, es la necesidad de expresividad que tiene el ser humano, es algo que nace en tu interior, que sale de dentro y se presenta en el mundo, es algo que se rebela como en Niebla de Unamuno. A veces sale tan de dentro que, no sé si te habrá pasado pero cuando relees lo escrito te preguntas de dónde ha salido y si realmente lo has hecho tú, a mi me ha pasado muchas veces, en fin que me ha gustado mucho, besotes!!!

Canichu, el espía del bar dijo...

la escritura puede ser objeto de poder, como en otras épocas, objeto de rebeldía, como en otras, objeto de transmisión, como en todas, objeto de muchas cosas. El que escribe es importante, el que lee también. Quien teme al que escribe me hace pensar si teme realmente al que escribe o al efecto en sus lectores. Y es que la posible identificación con el escritor es lo que para algunos es peligroso. Por si hay quien piense por sí.

Lolita blues dijo...

Normalmente en las dictaduras lo primero que se prohibe es la libertad de prensa (obvio) y la literatura, especialmente la poesía... ¿por qué será?

Make art not war, como he leído hace poco en la camiseta de Viggo Mortensen...

Deprisa dijo...

El arma mata o hiere, pero las palabras pueden dejarte en la más absoluta miseria y al estar escritas pueden durar por los siglos de los siglos. Brillante reflexión.

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