Taller Encantado

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25 de noviembre de 2008

La cita


Absorto en mis pensamientos, atrapado por el día a día y casi sin querer he comenzado a hacer planes para el futuro. Es inevitable, cuando llega la navidad, proponerse cómo será el año que entra, qué nos deparará el año nuevo, cómo afrontar los retos que se nos echan encima. ¡Vana ilusión! Fingir tanto tiempo ante mis amigos, ante mi amada esposa y representar este papel una y otra vez han debido volverme loco. Las puertas del futuro se cerraron para mi alma vencida hace mucho tiempo, aunque durante buena parte de esta tortura he tratado de persuadirme de que no sería así, de que todo aquello fue una pesadilla. Pero el recuerdo involuntario o consciente de la cita, como un acorde desafinado que resuena en el tímpano dando al traste con toda la sinfonía, me devuelve la amargura de la incertidumbre y el pesar del deber incumplido.



El paso de los años no me ha permitido olvidar una fecha tan importante salvo por breves intervalos de tiempo, sacudidos siempre de pronto por el escalofrío, la ansiedad y la angustia a la que debería haberme acostumbrado ya. ¡Amargos son los días del que espera! Sobre todo cuando el caprichoso devenir de los días te manda mensajes imposibles de obviar. El último hace tan sólo unas horas, ha sido tan contundente que se me han saltado las lágrimas.



Es inminente la llegada de la hora y aunque retrasaría toda la vida el instante presente, sé que he de pagar mis pecados. Esta es una despedida presurosa que te ruego, Valdemar, no hagas jamás pública. Creo tanto en tu silencio como en la franca amistad que nos ha unido desde que nos conocimos. Junto a esta carta encontrarás un sobre lacado para que le entregues a Rosalía, a la que te encomiendo desde el momento en el que tus ojos estén pasando sobre estas letras. Del mismo modo encontrarás un libro, en cuyo interior se esconde un enigma. Es quizás el único bien material que puede desear el hombre, pues contiene la sabiduría de la redención. Era mi único consuelo para postergar mi cita, pero he fracasado. Mi ceguera o la propia premura de mi necesidad de salvarme me ha condenado.



No sé a qué me enfrento, no sé quién soy ni a dónde me llevan mis pasos, sólo sé que tengo una cita, ineludible, cuyo desenlace estoy a punto de desvelar.

6 comentarios:

Aire Fresquito dijo...

Ay qué yuyu más yuyu...
¿¿La cita era con la señora muerte??

Lolita blues dijo...

Jis, jis, tú misma...

Me vino de repente la idea. Me alegra que te de yuyu!!!

Aire Fresquito dijo...

Pues una idea muy atractiva literariamente.

¡Enhorabuena, escritora de suspense!

Lolita blues dijo...

Quiero hacer un corto con esto. Si te animas a pasarlo guión...

Anónimo dijo...

pero que buena escritora estás hecha. Ya sabes siempre te queda meterte en el mundo de los libros... :P YAsMI

Lolita blues dijo...

Estoy en ello, estoy en ello. Gracias por entrar Yassss, espero que tu ojito esté mejor. Un besote:

Tu tita favorita :P

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