Taller Encantado

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27 de junio de 2011

La cabra tira al monte I

Pensaba yo que era un tópico, pero nada más lejos: hay tendencias ocultas en nosotros que se despabilan ante el inmenso foco de atracción que hace que gravitemos en torno a él sin apenas darnos cuenta. Un resorte invisible nos impulsa, sin que seamos ni mucho menos conscientes de ello, a encaminar nuestros pasos hacia tal o cual punto del camino. Nos mueve la víscera, no somos capaces de racionalizar nuestros actos sino mucho después de actuar, en el mejor de los casos. Y para entonces solo podremos ver la punta del iceberg, puesto las propias raíces de los deseos están tan imbricadas en nuestra historia personal, en nuestras experiencias previas y en las esperanzas que depositamos en dichos deseos que es imposible rastrearlas.

Así que si un día te ves literalmente absorbida por una obra de arte, o encuentras fascinantes los ojos de la chica que se ha sentado frente a ti en el metro, desiste en tu empeño por encontrar el por qué. Te han atrapado. En algún lugar, en alguna forja del más allá, alguien o algo tuvo la deferencia de crear un vínculo indisoluble que hará que en ciertas ocasiones te subyugue la belleza. O quizás sea cuestión del azar más absoluto, para quien quiera creer en él... sea como fuere cuando tiene uno la fortuna de quedar atrapado es su obligación contarlo y ése es el por qué de este inicio de breves relatos en los que iré describiendo esos momentos tan especiales.

1.- Las librerías
Si tuviera que elegir una tienda en la que vivir, elegiría siempre una librería. En concreto hay una, no diré dónde ni su nombre, que me atrae como un fortísimo imán. Sé que podría pasar allí el resto de mi vida y que por muy larga que fuera no agotaría nunca la lectura. Hay tantos libros nuevos como viejos y seguramente tantas historias que podría vivir cientos de vidas que me son ajenas. Vivir para leer podría ser un objetivo precioso en la vida si pudiera hacerlo y no creo que llegara a cansarme si pudiera navegar a mi antojo entre las diferentes lecturas. Se abre ante cualquiera que entre allí un proceloso mar de tinta preñado de las olas que forman las páginas al pasar. Sería un náufrago dichoso.

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