Miró en derredor y no vio sino horror y fealdad. Todo estaba contaminado de un gris sucio y espumoso que le confería a cuanto veía la pastosa cualidad de parecer tóxico y alejado de la belleza a la que aspiraba con todo su corazón. Tomó su brocha y un nuevo lienzo y se propuso hacer renacer el color en el seno de su desesperación. Se abstrajo invocando la clarividencia que solo otorgan a unos pocos afortunados las musas y en una suerte de trance recreó el mismo Paraíso en todo su esplendor. Su magnífica obra era tan bella que era imposible mirarla sin retener las lágrimas, había tocado la perfección superando al Creador en aquella suerte de ventana a otro mundo, sin duda el mejor posible de todos.
1 comentario:
qué chuli Ra, me recuerda al síndrome de Stendhal, mooooola.
un beso!
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