Por más que intento atraparla, esquiva, se alarga ante mí. Parece que se burla, reboltosa, en el júbilo de su travesura y yo me afano más, y más me estiro, y más se alarga ella. Me imita siguiendo mis manos, presurosa, impaciente por acatar el siguiente movimiento y dejarme en evidencia. ¡Qué impotencia no poder hacer nada! ¡No poder agarrarla, no poder darle un escarmiento! No al menos mientras el sol caliente mi nuca, pues se seguirá estirando ante mí mi sombra.
Cuidado con los enemigos inaprehensibles, cuidado con los demonios internos, cuidado con los espejos y los reflejos...
1 comentario:
¿Quién es más sexy: mi sombra o yo? Humm.
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