Hay muchos caminos. Unos quedan vedados por el tiempo o los obstáculos, otros se abren francos resultando irresistibles. Si en ocasiones parecen tenebrosos y temibles no menos cierto es que hay otros de ensueño que querríamos recorrer una y otra vez. Sin duda los peores son aquellos en los que no nos atrevemos a adentrarnos... retumban durante el resto de nuestras vidas en nuestras sienes los ecos de los pensamientos que retornan a aquel instante preciso ¿a dónde nos habrían conducido?
Como obligados viajeros de la vida que somos el arrojo nos es imprescindible para poder avanzar. Y eso conlleva elegir. Dichoso el que es libre para poder hacerlo. O no. Las bifurcaciones y las desembocaduras en mil brazos son la desgracia de los irresolutos como yo misma, siempre perdida y siempre buscando. Pero en cualquier caso, no saber a dónde me dirijo me resulta tan estimulante como aterrador y es ese miedo visceral es que al final tiene el poder de salvarnos de la comodidad y la indolencia.
Como obligados viajeros de la vida que somos el arrojo nos es imprescindible para poder avanzar. Y eso conlleva elegir. Dichoso el que es libre para poder hacerlo. O no. Las bifurcaciones y las desembocaduras en mil brazos son la desgracia de los irresolutos como yo misma, siempre perdida y siempre buscando. Pero en cualquier caso, no saber a dónde me dirijo me resulta tan estimulante como aterrador y es ese miedo visceral es que al final tiene el poder de salvarnos de la comodidad y la indolencia.
1 comentario:
vi vir sin miedo...quien pudiera
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