Aunque a todos ellos los dotó de una espalda y una cara, había todavía muchas aristas que limar. Excepto una, que le pareció muy graciosa. Estaba en el centro de la cara y apuntaba al frente, como una pequeña veleta. Le gustó tanto que pensó que era el lugar ideal para insuflar vida a aquellas personitas, así que le abrió dos agujeritos discretos por los que poder respirar. Así, pensó inmerso en sus meditaciones, podrán también depender del aire que inhalen, de modo tal que por su bien cuidarán de su entorno, para procurarse así salud y bienestar.
Como ventanas al exterior, hizo dos aberturas sobre la nariz que remató con dos gemas, cuando se le acabaron de un color, probó con otros y casi siempre los ponía los dos de la misma tonalidad, aunque a veces, distraído, colocaba dos distintos, creando criaturas poco comunes pero muy especiales, dotadas de semejante curioso rasgo.
(Continuará)
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