Retomo el sano arte de la gastronomía ahora que tengo tiempo. Mis ojos se pieden en el cielo azul, de camino al trabajo mientras pienso qué prepararé hoy de comer.
Y se me antoja ese delicioso pollo abobado en huevo y perejil, pasado por pan rallado que queda crujiente y calentito, con esa carne blanca y delicada en su interior... o esa estupenda ternera en salsa de naranja y zanahorias que prepara mi mamá, y que queda tan tierna y aderezada... o ese solomillo a la pimienta bañado en nata con almendras, o esas exquisitas albóndigas rellenas de carne con frutos secos que tienen ese suave toque dulce y a la vez salado... o ese sabroso pescado, cocinado con el zumo del limón recién exprimido y sazonado con aromático eneldo...
Además, con la semana santa en ciernes ya empiezo a pensar en preparar unas torrijas a la canela, mojaditas en leche, o incluso esos bollitos que hago a veces de huevo y pan rallado pero variando la receta para endulzarlos y que su sabor se asemeje más al de las susodichas torrijas.
¡¡Qué placer tener tiempo para estar en casa y poder cocinar!! Comer siempre caliente, comer siempre acompañada y sin prisas, comer bien, comer sanos y sabrosos platos como los de antes: en familia. Y cuando tenga hijos cocinaré para ellos, para que sepan lo que son unas buenas verduras, una ensalada colorida y variada, un rico plato de lentejas con laurel, unos huevos fritos de esos que tienen la yema bien naranja y blandita, unas buenas fresas de las que te dejan los dedos colorados y un potente aroma frutal y un arroz con conejo como los de la abuela.
Se me antoja como un baile de especias, cayendo, de mil colores, la pimienta, el perejil, la albahaca, el orégano y el estragón, entre tomillo y romero, ajo seco y nuez moscada, canelas y vainillinas esperan mi llegada a casa para comenzar su danza.
Y se me antoja ese delicioso pollo abobado en huevo y perejil, pasado por pan rallado que queda crujiente y calentito, con esa carne blanca y delicada en su interior... o esa estupenda ternera en salsa de naranja y zanahorias que prepara mi mamá, y que queda tan tierna y aderezada... o ese solomillo a la pimienta bañado en nata con almendras, o esas exquisitas albóndigas rellenas de carne con frutos secos que tienen ese suave toque dulce y a la vez salado... o ese sabroso pescado, cocinado con el zumo del limón recién exprimido y sazonado con aromático eneldo...
Además, con la semana santa en ciernes ya empiezo a pensar en preparar unas torrijas a la canela, mojaditas en leche, o incluso esos bollitos que hago a veces de huevo y pan rallado pero variando la receta para endulzarlos y que su sabor se asemeje más al de las susodichas torrijas.
¡¡Qué placer tener tiempo para estar en casa y poder cocinar!! Comer siempre caliente, comer siempre acompañada y sin prisas, comer bien, comer sanos y sabrosos platos como los de antes: en familia. Y cuando tenga hijos cocinaré para ellos, para que sepan lo que son unas buenas verduras, una ensalada colorida y variada, un rico plato de lentejas con laurel, unos huevos fritos de esos que tienen la yema bien naranja y blandita, unas buenas fresas de las que te dejan los dedos colorados y un potente aroma frutal y un arroz con conejo como los de la abuela.
Se me antoja como un baile de especias, cayendo, de mil colores, la pimienta, el perejil, la albahaca, el orégano y el estragón, entre tomillo y romero, ajo seco y nuez moscada, canelas y vainillinas esperan mi llegada a casa para comenzar su danza.
2 comentarios:
Volviste a despertar mi hambre penkita¡¡¡ esto me recuerda que tenemos un desayuno, artesanal dominguero pendiente jejeje 1 besote
Ese desayuno se acerca peligrosamente, en breve os convoco... entre tanto sigo perfeccionando mi bizcocho casero.
¡Besos!
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