Taller Encantado

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28 de diciembre de 2009

Del tiempo que pasó para no volver

Ayer descubrí su foto. Estaba allí muda, entre algunos papeles viejos, junto a un herbario que nunca completó siendo chiquita y un mural de colores que tuvo colgado de la pared durante años. Aquel cajón olía a viejo, a nostalgia, a tiempos que no volverán, pero que fueron y de alguna manera quedaron impregnados en la memoria de alguien que pronto, pues la vida no es más que un suspiro del universo, se lo llevará consigo quién sabe adónde.

Como decía, encontré allá su foto; los bordes doblados, la imagen amarillenta, en un formato que dejó de usarse ya pero que fue en su momento el de referencia. Me causó una fuerte impresión verla allí, entre asustada y soñolienta, quizás triste. Con su traje de comunión, reposando sobre el brazo del sofá (su padre la habría amonestado por hacerlo) y dirigiendo esa mirada lánguida que parecía contener muchas vidas. Para quien nunca antes se hubiera topado con aquella foto antes, pudiera parecer que ocultaba un secreto. Su piel pecosa y blanca, rivalizaba con la blancura de su vestido, hecho a mano por su madre, discreto, sobrio, muy bonito y desde luego singular. Nada de tules, nada de adornos, nada de guantes de encaje ni recordatorios con foto de estudio. Solo una coletita atada con un lazo blanco. Y aquella mirada azul, que absorbía la atención de quien la mirara.

No era la foto de una niña. No era una foto de primera comunión. No era en absoluto lo que parecía. Era el retrato de la más densa de las soledades y me impactó sobremanera verme allí, tan pequeña y tan hastiada ya de vivir.

El secreto de sus ojos

¿Qué oculta una mirada? Puede estar cargada de deseo, de amor, de obsesión, de dolor... en esta película redonda, en la que acompañan no solo un elenco fascinante sino también un guión sobresaliente y una ambientación más que correcta, se indaga en las ventanas que abrimos al mundo para descubrirlo y a la vez para ser descubiertos por el mundo. La forma en la que acariciamos a las personas con nuestros ojos, o la forma en que las agredimos con una mirada aviesa, nos retrata, descubre nuestras intenciones e inevitablemente puede hacer patente el latido rítmico de nuestras pasiones, aquellas de las que efectivamente no podemos desembarazarnos por más que queramos.

Lo mejor de la trama: no es predecible en absoluto, se desarrolla a un ritmo que te engancha desde el principio y contiene absolutamente de todo siendo emocionante sin ser lacrimógena, siendo profundamente romántica sin ser pastelera, y contando con unos actores secundarios de primera que desarrollan pequeñas tramas paralelas muy interesantes.

Si os fijais en el atrezzo descubrireis al final un guiño muy bonito. No os cuento más y os comiendo esta peli de cinco estrellas y tres tenedores, un auténtico caramelo audiovisual, parada indiscutible de cualquier gourmet del cine.

Mi hogar

Mi hogar está donde descansan tus ojos, donde paran tus pasos y tu cuerpo se detiene. Me encamino hacia ese lugar dejándome arrastrar hasta tocar el imán que me atraía hacia sí mismo.

Donde tus manos se abren para recibir un presente, donde tus labios se apoyan para beber. Hacia ese lugar llevaré el cántaro rebosante para escanci
arlo en tu copa, con el hatillo cargado de regalos e ilusiones. Donde reposan tus piernas y se hunde tu cuello. Ese es el lugar hacia el que me encamino con mullidos cojines y mantas que arropen tu frío. Donde estés tú estará mi hogar. Ahora, mañana y siempre. Cuando durmamos los dos en la tierra y ya no tengamos sed, cansancio ni frío, entonces mi hogar estará junto a ti para alimentar las flores, aunque no podamos verlas ya.


21 de diciembre de 2009

Un rincón para el arte

Qué difícil es encontrar personas que buscan algo más allá de lo evidente, que revisitan los clásicos sin perder de vista las últimas tendencias del arte. Esas personas son cazadores de sueños, siempre atentos como esponjas para encontrar la belleza, aspirarla con detenimiento y habitar en ella con cautela, como aquél que pasea sobre una fina hoja de hielo y se sabe tan frágil como el terreno que pisa.

El momento del descubrimiento... en Cinema Paradiso

Qué curioso es encontrar de forma fortuita a esos seres tocados por la mano de un ángel que son capaces de llorar ante una hermosa fotografía o detenerse a leer lo que cualquier pobre diablo se ha sacado de la chistera.

Afortunados aquellos que aún comprenden que el cine no es ver una película en HD en el sofá ni los grandes efectos especiales, sino una historia. Dichosos los que buscan complejidad en lo que ven y en lo que escuchan y no se dejan arrastrar por la molienda de los vanos ecos eternamente repetidos. Y es que ver no es mirar, oír no es escuchar y sentir requiere mirar, escuchar y dejarse llevar por toda una serie de estímulos que te llevan a vivir mil vidas paralelas. Eso es el cine. Entre otras cosas.

16 de diciembre de 2009

De imperfecciones irremediables I

Tejidos, fluidos, carne... el gran panadero los amasó primero con cuidado. Cuando comprobó la rebeldía de la materia, lo hizo más afanosamente. Luego estiró aquella amalgama de sustancias y trató de ordenarla y darle un sentido. Era una masa informe y demasiado grande como para ser trabajada con facilidad, por eso hizo pequeñas bolitas que separó con cuidado... pero aquello seguía precisando un orden: cogió cada pequeño ser y lo esculpió por separado. Esto no era fácil, aunque desde luego sí era muy entretenido. Le resultaba muy curioso comprobar cómo aquellos pequeños seres, a pesar de proceder de una misma masa inicial pudieran ser tan diferentes entre sí.

Aunque a todos ellos los dotó de una espalda y una cara, había todavía muchas aristas que limar. Excepto una, que le pareció muy graciosa. Estaba en el centro de la cara y apuntaba al frente, como una pequeña veleta. Le gustó tanto que pensó que era el lugar ideal para insuflar vida a aquellas personitas, así que le abrió dos agujeritos discretos por los que poder respirar. Así, pensó inmerso en sus meditaciones, podrán también depender del aire que inhalen, de modo tal que por su bien cuidarán de su entorno, para procurarse así salud y bienestar.

Como ventanas al exterior, hizo dos aberturas sobre la nariz que remató con dos gemas, cuando se le acabaron de un color, probó con otros y casi siempre los ponía los dos de la misma tonalidad, aunque a veces, distraído, colocaba dos distintos, creando criaturas poco comunes pero muy especiales, dotadas de semejante curioso rasgo.

(Continuará)

13 de diciembre de 2009

Historia de un beso

Al girarme allí estaba ella, inmensa en su diminuto cuerpecito. Sus ojitos bailarines se debatían entre los míos y un mechón de su rizado pelo salía caprichoso de su cabellera. Lo recogí entre mis dedos y la besé. Durante aquel beso la amé como solo se ama una vez en la vida si uno puede considerarse tan dichoso como para poder decirlo. Fue un beso largo y apasionado de absoluta entrega durante el que no transcurrió el tiempo. El centro de mi existencia y su razón de ser fue el infinito amor que soslayó aquel encuentro. Como por arte de magia fuimos un solo ser, ya no había un "ella" y un "yo mismo" sino pura esencia transmutada en eterna suspensión, superior a la materia y la fisicidad, que se alzaba a dos palmos sobre la tierra, por encima de cualquier avatar ajeno a la compacta unidad que formaron nuestros labios.

Cuando el hechizo se extinguió y nos separamos me odié por haberle roto el corazón a una niña. Sus ojos verdes rezumaban felicidad pero yo no podía dejar de pensar que eran casi veinte años más los que lastraban mi vida, ¿qué había hecho? ¿Acaso me había vuelto loco? La resolución fue inmediata: no volvería a acercarme a ella, nunca jamás. Presa de la culpa me autoexilié muy lejos de mi pequeña valquiria, alistándome en el ejército que me llevaría al otro lado del océano.

La vigilia de la valquiria, de Edward Robert Hughes (1851-1914)

Sin embargo, parece ser que siguió mi rastro. Hoy luce hermosa frente a mí la mujer en la que se ha convertido aquella niña de ojos verdes. Su rostro se ha alargado con el paso de los años, sus caderas al fin se han ensanchado, su cabello indomable permanece impertérrito como siempre. Desde mi caja de pino y aún con los ojos cerrados puedo verla, siento el olor de su cuello y ya esperando su último adiós atesoro en mi ser, pues mi corazón yermo es ya, la fortuna de aquel beso de auténtico amor y la dicha de que nuestros cuerpos hayan vuelto a coincidir antes de que este viejo sea incinerado.

10 de diciembre de 2009

Perpetuar las raíces de la cultura

Eso es lo que hace la bodega Martín Códax en Santiago de Compostela. Han procedido a documentarse buscando los antiguos códices, libros y cancioneros así como las partituras originales que albergaban cantos, melodías y poemarios para ejecutarlos de nuevo para deleite de los oídos de quienes acuden a sus conciertos.


Además, gracias a los pórticos y las estatuas de las catedrales e iglesias de la zona, han podido reconstruir los instrumentos de la época, consiguiendo así los sonidos más parecidos a los originales. Esto no es sencillo: son necesarios expertos luthiers para trabajar maderas nobles (nada fáciles de conseguir, por otra parte) que alcacen la perfección requerida. Después músicos expertos han de extraer de esos cuerpos de madera labrados con cuidado las afinadas notas que compongan un todo coherente y sólido.

La recompensa a tanto esfuerzo es muy gratificante: de un lado se recupera toda una larga tradición por medio de la investigación y el estudio de los más entendidos y del otro no sólo se consiguen piezas de museo sino que se consigue dar vida de nuevo a esa música y esa belleza escondida que estaba por perderse en el maremagnum del siglo XXI.

Sirva de ejemplo para que seamos justos con nuestro pasado, para que renazca en nosotros el deseo de aprender y de recuperar nuestras raíces que son las que nos han traído hasta aquí. Será un legado precioso para las generaciones futuras.

Os invito a visitar la web y a disfrutar de sus melodías...

7 de diciembre de 2009

Llueve sobre mojado

A los madrileños a veces se nos olvida este fenómeno meteorológico que suele volver entre los meses de noviembre y diciembre. Pero cuando regresa, nos recuerda una de esas verdades fundamentales: el agua, moja. Aunque no es lo peor que tienen los días de lluvia, al fin y al cabo a mí siempre me ha gustado mojarme, coquetear con la posibilidad de correr bajo la lluvia y sentirme libre, limpia, empapada y abrumada por el aire fresco y el vaho cálido que surge al respirar.

Como decía, no es tan molesto. Lo realmente inoportuno es encontrar a "los crápulas del paraguas", esas personitas a las que les importa un bledo que tú no tengas paraguas, que vayas con los hombros subidos y el cuello de la gabardina tratando de proteger tu garganta: ellos pasarán por encima de ti tratando de sacarte un ojo igualmente.

Entre la fauna urbana, tampoco hay que dejar atrás a los "fantasmas del tacón", hombres y mujeres cuyo paso se oye en un kilómetro a la redonda y a los que no les importa igualmente clavarte el maletín y/o el espantoso bolso con remaches en acero en los cantos por salir un segundo antes del metro.

De todas formas, me encanta trabajar en los días de lluvia; saber que estás protegido en tu oficina aunque el sol no acabe de salir entre tantas nubes y oler la tierra mojada al entreabrir la ventana. Es una gozada venir a Madrid cuando muchos madrileños tienen puente, evitar las aglomeraciones, poder caminar a paso tranquilo hasta llegar a tu destino y desempeñar tu labor al lado de un estupendo té calentito.

2 de diciembre de 2009

Desenfocadas

Hay demasiadas mujeres aisladas por sus parejas que renuncian a su vida, a su círculo de amistades, incluso a su familia. Muchas de ellas a lo mejor ni se dan cuenta de que están siendo humilladas, vapuleadas, ninguneadas... el maltrato no solo se muestra cuando se ejerce violencia física, es algo que va calando cada día en la convivencia hasta que se torna sencillamente insoportable. Porque un buen día dejas de ser tú para ser lo que otro quiere que seas.

Es preciso que esas mujeres abran los ojos y dejen de encubrir a sus parejas, que dejen de pensar que van a cambiar, que en el fondo las quieren, que no son nadie sin ellos. Esa es la clave: cuando la enajenación es tal que se confunden los límites, ya no son dos personas compartiendo su libertad, se ha establecido una jerarquía. Ya es preciso pedir permiso y dar explicaciones a cada paso, nada te pertenece, tu tiempo es suyo, tu voluntad no existe.

Me duele ver que esto sucede cada vez en edades más tempranas, incluso en parejas que no comparten cargas familiares y cuya independencia económica es un hecho. Entonces ¿por qué esas mujeres no rompen la soga que les aprieta el cuello? ¿Por qué defienden a hombres que marcan sus inamovibles reglas?

Solo un mensaje para ellas: lejos de no ser nada sin ellos, lo sois todo. Somos libres de elegir nuestro futuro, pero para eso tenemos que valorarnos a nosotras mismas. Ningún camino es corto, ninguna solución fácil te sacará del atolladero pero con tu silencio no permites que podamos ayudarte. Y somos muchos los que estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para que recuperes tu libertad, pero debes comenzar por comunicarte y dar un primer paso.

Podéis ver el corto "Desenfocada" de Miguel Ángel Furnier en su blog: http://malos-tratos-psicologicos.blogspot.com/2009/07/bienvenidos-al-blog-de-desenfocada.html

Sitios que he visitado